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Comprendiendo los Vínculos Traumáticos

Como estudiante de psicología, he llegado a entender que algunas relaciones en nuestras vidas pueden dejarnos sintiéndonos vacíos, tristes y desesperados. Estas relaciones a menudo comienzan con la otra parte exhibiendo un comportamiento confiado y aparentemente empático. Sin embargo, con el tiempo, se hace evidente que la empatía percibida no era genuina.


Tales relaciones pueden resultar en la formación de vínculos traumáticos, un fenómeno psicológico donde una persona forma un apego emocional con su abusador. Similar al Síndrome de Estocolmo, los individuos se enredan en las partes de estas relaciones que les muestran, manteniendo el vínculo sin darse cuenta de que va en contra de sus mejores intereses.


Estas relaciones pueden ser agotadoras, extenuantes y significativamente gravosas. Típicamente siguen un ciclo de idealización, devaluación y descarte, un patrón a menudo visto en dinámicas narcisistas y emocionalmente abusivas. Muchas se caracterizan por la inconsistencia, la falta de consideración por los sentimientos y el comportamiento abusivo, lo que puede degradar la autoestima con el tiempo.


La intensidad y el ritmo de estas relaciones pueden inicialmente enmascarar su naturaleza perjudicial. Las personas involucradas a menudo atraen a otros con carisma, encanto y experiencias emocionantes, creando una ilusión de una conexión fuerte.


Estas relaciones pueden compararse con el comportamiento observado en juegos de azar, como la ruleta. Emplean el refuerzo intermitente para mantener a la persona comprometida. El refuerzo intermitente es una herramienta psicológica poderosa donde las recompensas se dan de manera impredecible. Nunca se sabe cuándo vendrá el próximo refuerzo positivo, cuán significativo será o si habrá alguno en absoluto. Esta imprevisibilidad puede crear un ciclo adictivo, llevando a la confusión del caos con una conexión genuina.


En contraste, las relaciones saludables pueden parecer predecibles, tranquilizadoras y quizás menos emocionantes, pero proporcionan un apoyo consistente y fiable. Esta consistencia es crucial para la estabilidad emocional y el bienestar.


Las víctimas de tales relaciones no saludables a menudo exhiben estilos de apego desarrollados en la infancia con sus cuidadores principales. Según la teoría del apego, si sus cuidadores mostraban comportamientos de apego ansioso o evitativo, estos individuos podrían estar predispuestos a dinámicas similares en la adultez. Este reconocimiento desencadena una reacción primitiva donde el trato familiar se confunde con química debido a su familiaridad.


Cuando eran niños, estos individuos tendían a justificar las acciones de sus cuidadores debido a la falta de alternativas y la imposibilidad de cambiar de cuidadores. En la adultez, al encontrarse con individuos similares, pueden racionalizar el comportamiento abusivo y culparse a sí mismos, replicando inconscientemente los mecanismos de protección que empleaban como niños.


Sé que muchos de nosotros tenemos relaciones así en nuestras vidas, quizás aquellas sobre las que no estábamos seguros pero sentíamos que algo no estaba bien. Estos individuos pueden ser amigos, colegas o incluso miembros de la familia. Es desafiante protegernos cuando necesitamos estar involucrados todo el tiempo, pero establecer límites saludables y reconocer estos patrones es clave. Es uno de los primeros pasos para romper su ciclo destructivo en tu vida.




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